Me conmueve saber que tengo a unas cuantas almas ratoneando de vez en cuando por estos lares.
A veces, cuando me vuelvo un poco loca (porque a veces me pasa que me vuelvo un poco loca) y me siento perdida intentando hallar un sentido a todo esto (llamadlo vida, valle de lágrimas, camino o como sea), os pienso, sí. Pienso en los que venís a visitarme a este pedacito de ciberespacio, al que imagino como un pasillo que distribuye todos esos senderos, los muchísimos senderos que se internan en el alma y en los paisajes cardiacos en los que habito.
Os imagino correteando por esos territorios recónditos y me ilusiono comprobando como vuestras voces, vuestros pasos, vuestras risas disipan ese eco a vacío que antes reinaba en estos parajes. Ya no soy aquella ermitaña que pintaba poemas en las paredes de las grutas y los contemplaba sumida en esa soledad propia de los poemas que no se han escrito.
Hoy me comparto. Y ese lujo que vosotros me otorgasteis logra justificarme en muchos sentidos. Me explica, me recompensa, me reconforta, me acompaña, me abriga, me da voz, me da esperanza, me adeuda, me da ese extraño afecto que enraíza en los duros parajes que se extienden lejos de la genética.
Gracias a todos mis visitantes y, con especial cariño, a Ches, Mónica, Meim, Fer, Solvvigne, Cuore, Bohemia, Ana, Salvochea, los chicos de Pandemonium, Agata, Fernando, los chicos de La Frontera Perdida...
A veces, cuando me vuelvo un poco loca (porque a veces me pasa que me vuelvo un poco loca) y me siento perdida intentando hallar un sentido a todo esto (llamadlo vida, valle de lágrimas, camino o como sea), os pienso, sí. Pienso en los que venís a visitarme a este pedacito de ciberespacio, al que imagino como un pasillo que distribuye todos esos senderos, los muchísimos senderos que se internan en el alma y en los paisajes cardiacos en los que habito.
Os imagino correteando por esos territorios recónditos y me ilusiono comprobando como vuestras voces, vuestros pasos, vuestras risas disipan ese eco a vacío que antes reinaba en estos parajes. Ya no soy aquella ermitaña que pintaba poemas en las paredes de las grutas y los contemplaba sumida en esa soledad propia de los poemas que no se han escrito.
Hoy me comparto. Y ese lujo que vosotros me otorgasteis logra justificarme en muchos sentidos. Me explica, me recompensa, me reconforta, me acompaña, me abriga, me da voz, me da esperanza, me adeuda, me da ese extraño afecto que enraíza en los duros parajes que se extienden lejos de la genética.
Gracias a todos mis visitantes y, con especial cariño, a Ches, Mónica, Meim, Fer, Solvvigne, Cuore, Bohemia, Ana, Salvochea, los chicos de Pandemonium, Agata, Fernando, los chicos de La Frontera Perdida...
Pierre Auguste Renoir, The canoeist's luncheon, 1880
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Comentarios
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Te doy la bienvenida a mis mares.
Muchas gracias por verter en ellos tus palabras.