Júpiter viola a Ío convertido en niebla Matthäus Gundelach |
Padre: Ínaco o Yaso.
Consorte: Telégono.
Descendencia: Epafo.
Título: sacerdotisa de Hera.
La violación de Zeus: Zeus se presenta en sueños cada noche ante Ío para pedirle que pierda su virginidad con él, pero Ío hace caso omiso al dios. Cansado por la espera, un día Zeus se materializa ante ella en forma de niebla, satisfaciendo sus deseos así disfrazado.
¿Por qué nos interesa Ío desde una perspectiva de género?
- Zeus, señor del panteón griego, la presionó hasta la saciedad para que accediera a sus deseos y, viendo su indiferencia, optó por disfrazarse de niebla para violarla.
- Fue convertida en vaca y retenida contra su voluntad por Hera, la mujer de su violador.
- Tras recuperar la forma humana, Hera le arrebató a su hijo, al que tuvo que rescatar ella misma.
Origen.
En la mitología griega, Ío era la doncella de Argos, hija de Ínaco (o de Yaso, rey de la ciudad, en otras versiones) y sacerdotisa de Hera. Por el simbolismo de su historia, Ío se identificaba con la diosa egipcia Isis y con la diosa fenicia Astarté, mezclándose atributos e historias de las tres. No hay que confundirla con su tocaya griega raptada por los persas, considerado el primero de una sucesión de actos que llevó a los persas y a los fenicios a la guerra.
El mito de la violación de Zeus.
En la mitología griega, Ío era la doncella de Argos, hija de Ínaco (o de Yaso, rey de la ciudad, en otras versiones) y sacerdotisa de Hera. Por el simbolismo de su historia, Ío se identificaba con la diosa egipcia Isis y con la diosa fenicia Astarté, mezclándose atributos e historias de las tres. No hay que confundirla con su tocaya griega raptada por los persas, considerado el primero de una sucesión de actos que llevó a los persas y a los fenicios a la guerra.
El mito de la violación de Zeus.
Protagonistas: Ío, Zeus, Ínaco, Cirno, Lirco, Hera, Argos, Hermes.
Zeus se le presentaba en sueños presionándola para que le entregara su virginidad en el lago de Lerna. Ío, muy prudente, confió el sueño a su padre antes de tomar una decisión, quien, asediado por la preocupación, consultó tanto el oráculo de Delfos como el de Dodona. Ambos le indicaron que no había forma de escapara al destino y que debía cumplirse el sueño de la joven si no querían ser fulminados todos por el rayo.
Algunas versiones cuenta que Ínaco, obedeciendo los designios del oráculo, expulsó a Ío de casa y que, arrepintiéndose al poco tiempo, envió a Cirno para que la buscase, aunque sin mucha fortuna. De hecho, Cirno llegó hasta Caria y, al no encontrarla, abandonó la búsqueda y se instaló allí por miedo a regresar sin cumplir su misión. Ante la ausencia de respuesta, Inaco envió a Lirco que, obteniendo los mismos resultados fallidos, terminó habitando en Caria y casándose con la hija del rey Cauno.
Otras versiones le conceden la iniciativa a la propia Ío y afirman que fue ella misma la que tomó la decisión de obedecer el sueño y acudir al lago, donde Zeus la estaba esperando.
Ovidio, en cambio, apunta a una violación en toda regla y relata que Zeus sorprendió a Ío mientras caminaba y, cubriendo la tierra de densa niebla, la cogió y le arrebató su virginidad. Mientras tanto Hera (Juno), extrañada de que tan densa niebla cubriera un día tan luminoso y conociendo de qué pie cojeaba su cónyuge, salió a buscarlo por el Olimpo. Al no hallarlo, se dejó caer por la tierra y, ordenando que las nieblas disipasen, encontró a Zeus que, advertido la llegada de su esposa, había transformado a Ío en una maravillosa ternera blanca. Hera, que intuye lo sucedido, preguntó entonces a su marido sobre la procedencia de aquella hermosa ternera, a lo que Zeus respondió que había nacido de la tierra. Sospechando la falsedad de su testimonio, Hera pidió a Zeus que le entregara la res como regalo, a lo que él accedió para no quedar en evidencia.
El cautiverio de Argos.
Ya en su poder, Hera puso a la vaca Ío bajo la custodia de Argos, el gigante de cien ojos. Su misión era permitir a Ío pacer durante el día y aherrojarla rodeándole el cuello con cadenas al caer la noche.
Mientras esta situación perduró, Zeus la visitaba esporádicamente disfrazado toro para poder aparearse con ella, hasta que un día comprendió la grandeza del sufrimiento y decidió intervenir. Para eso se transformó en pájaro y solicitó ayuda a Hermes, quien lo condujo hasta el árbol donde Argos tenía atada a Ío. Allí Hermes durmió al guardián con su flauta, golpeándolo luego con tanta fuerza que hizo saltar todos los ojos de Argos de sus órbitas. En recompensa por sus servicios, Hera recuperó todos los ojos de Argos del suelo y los puso en la cola del pavo real, pájaro consagrado a Hera.
Las dos peregrinaciones de Ío.
Establecimiento en Egipto y deificación.
Ya con su hijo en brazos, Ío regresó a Egipto, donde se casó con Telégono, que gobernaba entonces esa región. Ío construyó una estatua de la diosa Deméter, que en Egipto era llamada Isis. Con el tiempo ella misma recibió ese nombre, y terminó siendo deificada por su amante Zeus. Se le atribuía un gran conocimiento de las hierbas medicinales, incluida la de la inmortalidad.
Zeus se le presentaba en sueños presionándola para que le entregara su virginidad en el lago de Lerna. Ío, muy prudente, confió el sueño a su padre antes de tomar una decisión, quien, asediado por la preocupación, consultó tanto el oráculo de Delfos como el de Dodona. Ambos le indicaron que no había forma de escapara al destino y que debía cumplirse el sueño de la joven si no querían ser fulminados todos por el rayo.
Algunas versiones cuenta que Ínaco, obedeciendo los designios del oráculo, expulsó a Ío de casa y que, arrepintiéndose al poco tiempo, envió a Cirno para que la buscase, aunque sin mucha fortuna. De hecho, Cirno llegó hasta Caria y, al no encontrarla, abandonó la búsqueda y se instaló allí por miedo a regresar sin cumplir su misión. Ante la ausencia de respuesta, Inaco envió a Lirco que, obteniendo los mismos resultados fallidos, terminó habitando en Caria y casándose con la hija del rey Cauno.
Otras versiones le conceden la iniciativa a la propia Ío y afirman que fue ella misma la que tomó la decisión de obedecer el sueño y acudir al lago, donde Zeus la estaba esperando.
Júpiter viola a Ío convertido en niebla | Correggio |
Ovidio, en cambio, apunta a una violación en toda regla y relata que Zeus sorprendió a Ío mientras caminaba y, cubriendo la tierra de densa niebla, la cogió y le arrebató su virginidad. Mientras tanto Hera (Juno), extrañada de que tan densa niebla cubriera un día tan luminoso y conociendo de qué pie cojeaba su cónyuge, salió a buscarlo por el Olimpo. Al no hallarlo, se dejó caer por la tierra y, ordenando que las nieblas disipasen, encontró a Zeus que, advertido la llegada de su esposa, había transformado a Ío en una maravillosa ternera blanca. Hera, que intuye lo sucedido, preguntó entonces a su marido sobre la procedencia de aquella hermosa ternera, a lo que Zeus respondió que había nacido de la tierra. Sospechando la falsedad de su testimonio, Hera pidió a Zeus que le entregara la res como regalo, a lo que él accedió para no quedar en evidencia.
"Juno, Júpiter e Io" | Gerbrand van den Eeckhout. |
El cautiverio de Argos.
Ya en su poder, Hera puso a la vaca Ío bajo la custodia de Argos, el gigante de cien ojos. Su misión era permitir a Ío pacer durante el día y aherrojarla rodeándole el cuello con cadenas al caer la noche.
Mientras esta situación perduró, Zeus la visitaba esporádicamente disfrazado toro para poder aparearse con ella, hasta que un día comprendió la grandeza del sufrimiento y decidió intervenir. Para eso se transformó en pájaro y solicitó ayuda a Hermes, quien lo condujo hasta el árbol donde Argos tenía atada a Ío. Allí Hermes durmió al guardián con su flauta, golpeándolo luego con tanta fuerza que hizo saltar todos los ojos de Argos de sus órbitas. En recompensa por sus servicios, Hera recuperó todos los ojos de Argos del suelo y los puso en la cola del pavo real, pájaro consagrado a Hera.
"Mercurio y Argos" | Peter Paul Rubens |
Las dos peregrinaciones de Ío.
- Primera peregrinación; a merced del tábano. Tras la muerte de Argos, Hera se entregó a la necesidad de saciar su sed venganza. Fue así como se le ocurrió atar un tábano a los cuernos de la ternera, que la picaba sin cesar y que obligó a Ío a huir corriendo por el mundo sin rumbo fijo. De esta guisa atravesó el mar Jónico, que recibió de ella su nombre, recorrió Iliria, Tracia y el Cáucaso, donde encontró a Prometeo encadenado, y prosiguió por África, topándose con las grayas y las gorgonas. El final del viaje fue Egipto, donde fue devuelta a la condición de mujer por las caricias de Zeus.
- Segunda peregrinación; nacimiento y secuestro de Epafo. Tras su encuentro con Zeus, Ío engendró a Epafo, al que dio a luz a orillas del Nilo. Hera ordenó entonces a los curetes que le trajeran al recién nacido, siendo fulminados por Zeus más tarde, al no querer desvelar el paradero del niño. Entonces comenzó la segunda peregrinación de Ío, esta vez en busca de su hijo. Lo encontró por fin en Siria, donde lo amamantaba Astarté o Saosis, la esposa del rey Malcandro de Biblos.
Establecimiento en Egipto y deificación.
Ya con su hijo en brazos, Ío regresó a Egipto, donde se casó con Telégono, que gobernaba entonces esa región. Ío construyó una estatua de la diosa Deméter, que en Egipto era llamada Isis. Con el tiempo ella misma recibió ese nombre, y terminó siendo deificada por su amante Zeus. Se le atribuía un gran conocimiento de las hierbas medicinales, incluida la de la inmortalidad.
Júpiter viola a Ío convertido en niebla | John Hoppner |
Más imágenes: Wikipedia Database.
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Muchas gracias por verter en ellos tus palabras.